Se abandonaron los cuellos de lechuguilla, así como los adornos excesivos en jubón y calzones, aunque las telas eran suntuosas, con encajes y almidonados de lino blanco que servían de contrapunto al negro, así como unos lazos en forma de roseta en ciertas partes de las prendas. En los años 1930 triunfó el esmoquin entre los hombres, chandal madrid mientras que entre las mujeres se llevaron los vestidos de noche con largos escotes en la espalda.