De igual manera, se abandonó el velo, que solo continuaron utilizando monjas y viudas. Hubert de Givenchy, que abrió su casa en 1952, desarrolló un estilo purista exento de ornamentos superfluos, que se plasmó en su chemise o vestido saco. Hacia 1770, la moda rococó fue perdiendo empuje: el miriñaque se volvió más corto y se puso de moda la lévite, un négligé largo y holgado, que servía tanto para el hogar como para la calle y para viaje.