Sin embargo, para las mujeres fue más difícil adaptarse a la indumentaria europea, en un momento donde predominaba el polisón, una prenda poco práctica. Por otro lado, el naciente nacionalismo derivado de las guerras con China (1894) y Rusia (1904) influyó en un cierto retorno a la tradición, con lo que las mujeres siguieron usando predominantemente el kimono. Durante la era Meiji, Japón se abrió a Occidente tras varios siglos de aislamiento, lo que inició una etapa de modernización de la sociedad japonesa que incluía la vestimenta.