En la península ibérica, donde se establecieron varios estados islámicos entre los siglos viii y xv, hubo una hibridación entre la tradición musulmana y la cultura hispana de herencia romana y visigótica, que se tradujo en el llamado «traje mozárabe», formado generalmente por camisa, túnica, chandal del real madrid manto y pantalón. En el siglo XIX, el auge de la burguesía propició la llegada de nuevos roles en la moda, con una mayor acentuación de las diferencias entre sexos: la vestimenta masculina se volvió más austera, con trajes entallados, sin adornos, con preferencia por tonos oscuros; para la mujer, excepto en el período neoclásico, se impuso el uso del corsé y de pesadas faldas con enaguas o crinolina, lo que dificultaba sus movimientos, un símbolo de su escasa libertad a nivel social.